Me decidí a crear este ciclo de conferencias, porque veo que los niños y jóvenes, estamos tan absorbidos por las nuevas tecnologías y por la televisión basura, que se está perdiendo el concepto de lo que hasta ahora los adultos han considerado normal, y que en realidad no se debería perder, porque el tiempo que perdamos ahora en cosas banales y sin fundamento, nos va a ser muy difícil recuperarlo en el futuro.
Después de mucho trabajo, he conseguido darle forma para que resultara interesante, tanto a personas de mi generación; adolescentes y jóvenes, pero también a aquellos que luchan diariamente con nosotros, como son nuestros padres y profesores. Y por supuesto, a aquellos responsables políticos que tienen el deber de difundir y apoyar las ideas constructivas y beneficiosas para la comunidad.
A través de mi experiencia, quiero demostrarles, que si quieres algo se puede conseguir, eso sí; con esfuerzo, sacrificio, trabajo, disciplina y mucha paciencia.
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Es curioso pensar que venimos de una rama evolutiva de simios, y que como mamíferos compartimos el placer del contacto desde nuestro nacimiento. Son nuestros lazos sólidos de impronta emocional.
ResponderEliminarLa especie ha encadenado su destino con millares de generaciones. Familia tras familia. Es nuestra conexión humana (emocional, racional y vital), más importante y positiva.
Para recordarlo, nada más contundente que el gran impacto doloroso que produce la pérdida de un familiar.
Amén, Sr. Sandoval. No se puede decir más en menos.
EliminarEste comentario lo he hecho en tu artículo de La Razón. Me parece un tema importantísimo.
ResponderEliminarFue el filósofo francés MIchel Foucault (homosexual y de izquierdas, 'Microfísica del poder', 'Historia de la sexualidad I: la voluntad de saber') quien demostró a través de su monumental obra que "la verdad" de cada época es un constructo, un producto resultado de intereses que nada tienen que ver con la naturaleza ("el hombre habita una cultura, no un planeta", diría Gaston Bachelard) ni con el pensamiento o las creencias de los ciudadanos, que tan ingenuamente se creen librepensadores.
En el siglo XXI 'la creación de la verdad' procede de la religión imperante, su majestad la Ciencia, cuyos sacerdotes aceptan de buen grado firmar lo que haga falta a cambio de una suficiente suma de dinero. Así tenemos que, no hace muchos años, hubo un exceso descomunal en la producción de patatas. Enseguida aparecieron informes "científicos" alabando montones de propiedades de este alimento que hasta entonces 'se desconocían'. Recuerdo uno que afirmaba que "no hay alimento más completo que las patatas".
Si esto ocurre en planos tan pedestres, ¿qué no puede ocurrir en la construcción de ideologías?
Nadie en Estados Unidos, que se arroga a sí mismo el papel de modelo 'del mundo libre', piensa al casarse que el matrimonio sea para toda la vida. De hecho, la duración media de los matrimonios allí es de TRES AÑOS.
Es evidente que el desarrollo tecnológico hace cada día más numerosa la bolsa de "población sobrante". Por supuesto que en nuestro tiempo se favorecerán todas las ideas y prácticas que comporten una natalidad más baja. Y eso no es una verdad, eso es pura ideología.
Por otro lado, también es rigurosamente cierto que las religiones del Libro, en sus textos originales (no en las monstruosidades en las que se han convertido; muy en especial en el comprensiblemente denostado Islam) insisten en que la principal tarea del diablo ("diablo" significa "el que divide") es la destrucción de las familias. Creerlo es cuestión de fe; saberlo es cuestión de información cultural.